jueves, julio 28, 2005

La palabra en tiempo de guerra

Estamos en la sociedad de los espejos. Todo depende del espejo en el que te mires. La modulación de la forma en este caso no nos lleva al fondo sino a la superficie.

Vivimos en la estratosfera de la realidad. Por eso no es de extrañar tantas cosas que en otro momento hubiésemos tomado como el estrambote lanzado por un puñado de necios. Pero de eso, nada.

Viene a cuento este texto de la detención ayer de uno de los cuatro sospechosos de atentar el 21J en el metro de Londres. Dice la información de El País.es respecto a la detención del ciudadano somalí lo siguiente: Durante la operación la policía detectó un paquete sospechoso, lo que obligó a evacuar el vecindario. La policía no empleó armas de fuego sino una pistola Taser que emite descargas paralizantes. El tipo quedó paralizado por unas pistolas, prohibidas en algunos estados, pero que como alternativa a siete tiros en la cabeza y uno en el hombro viene a poner más aún de relieve el comportamiento de la policía británica.

Habría que preguntarse lo siguiente: primero, por qué ha cambiado tanto el modus operandi; segundo a quien corresponde ese cambio y por qué se ha producido; tercero, es por que piensan equivocada la estrategia de aniquilamiento al pichón al más puro estilo caudillista lo que nos pondría en el siguiente silogismo: pensamos lo que decimos, no decimos lo que pensamos; cuarto, todo este giro se debe a que el ministro del Interior está de vacaciones lo que le responsabilizaría políticamente. La letanía armada perfectamente por Blair en la rueda de prensa de ayer indica en mi opinión evadir su responsabilidad, volcarla políticamente con un maravilloso giro subrepticio en su compañero de gobierno alejando cualquier pensamiento que pudiera acusarle a él de esa toma de decisiones. Otro punto muy relevante es que ningún miembro del gobierno británico ha osado echarle la culpa a la policía, al más puro estilo Acebes Paniagua, porque saben que con eso no se juega, ni siquiera para salvar el pellejo.

La palabra en tiempos difíciles vira de retruécano en circunloquio, el lenguaje permite a veces sostenerse en el alambre, pero ocurre que nos podemos caer a sabiendas que en el suelo puede o no haber red; eso [que abajo encontremos desplegada una red] depende de la sociedad y de los medios de comunicación.

Donald Rumsfeld ha escrito un artículo, imaginativamente titulado La guerra de las palabras, publicado hoy en Abc. No entiendo como le han metido ese gol al secretario de Defensa de EE UU. La mala traducción no oculta ideas primitivas. ¿Los neocom haciendo política de Barrio Sésamo? No lo creo. Quisiera saber qué pariente americano de Florentino, posiblemente con apellidos orientales, le ha escrito semejantes estupideces:

Mientras Estados Unidos se adapta a esta nueva Era de la Información, sugiero las siguientes ideas como parte del debate. Primero, los funcionarios del Gobierno deberán comunicarse con claridad y frecuencia. Cuando se descubre que un funcionario gubernamental ha publicado información que no es del todo correcta o completa -aunque haya sido de buena fe-, eso juega a favor de nuestros enemigos, que aprovechan cualquier error para intentar perjudicar al sistema estadounidense. Segundo, debe instaurarse una cultura sana de la comunicación y la transparencia entre el Gobierno y los ciudadanos. Debido a las omnipresentes fuentes de información y acceso, se acaba sabiendo casi todo (ya sea controvertido o no), pero servirá de poco que se sepa cuando sea poco sistemático o a través de extractos muy selectivos, a diferencia de si se presenta pronto, completo y en un contexto apropiado. Sin embargo, esta apertura no elude la necesidad de proteger el secretismo de la información confidencial que, en caso de revelarse, podría perjudicar a la seguridad de EE.UU. Aunque siempre he creído que por norma general se clasifica demasiado material en el Gobierno federal, una actitud cada vez más caballeresca hacia la información delicada en diversos ámbitos también puede someter la vida de nuestras tropas a un riesgo cada vez mayor.

Por último, los funcionarios gubernamentales deben encontrar nuevas y mejores formas de transmitir la misión de Estados Unidos en el extranjero. Esto implicará adoptar nuevos modos de atraer a la gente de todo el mundo, como hicieron el Servicio de Información de EE.UU. y Radio Libre Europa durante la Guerra Fría. Deberán encontrar vías para utilizar las capacidades ofrecidas por la Era de la Información para responder a las imágenes y mentiras tóxicas que asuelan EE.UU., y de informar mejor al mundo sobre las iniciativas de nuestro país. No me cabe duda de que la gente libre y bien informada puede realizar y realizará una criba del creciente volumen de información, y con el tiempo desarrollará una idea equilibrada de nuestro gobierno, nuestro ejército y nuestros valores y principios. El sistema estadounidense de apertura funciona, y sé que nuestro país acabará beneficiándose, como siempre ha ocurrido, de estar del lado de la libertad.

No os aparece en el encéfalo después de leer este extracto la palabra secta. Estamos en guerra: ¿eso es lo que ha querido decir el señor Rumsfeld? creo que no solo ha querido decir eso, la cobertura de un lenguaje apocalíptico, rudo e instrumental, tiene el color del pensamiento único, de la patria única.

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