lunes, mayo 02, 2005

El retorno a la tierra de nadie

Algún día será hora de abandonar las escasas provisiones que nos quedan para emprender el retorno a la tierra de nadie, aquella en donde merecemos estar. Los caminos están interrumpidos de pedernales, de torrenteras llenas de aluviones, imposibles de navegar; solo el agua brava e indómita rompe paso. Será para andar entre espinas en forma de tierra árida. Los pies se llenarán de inmensas vejigas de agua, paso a paso se irán inflando hasta que revienten y entonces vendrá el dolor, y la duda. Cuando la piel humana sufre llega el momento de plantearse y resolver todo aquello que antes había pasado de largo ante nosotros. No nos hacemos otro bosquejo, como tampoco lo hacen los pintores que desdeñan a la introspectiva porque tenemos miedo al devenir, a que encontramos la causa exacta de nuestro error. Escuchar nos afecta y reconocer nuestros desaciertos nos sobrecoge en tanto como que supone aceptar el fracaso. Al final, lo que queda es la amargura de sobrellevar por siempre un “no es verdad” hasta que decidimos caminar en retorno al lugar del que nunca tuvimos que salir. La fecha de la humildad no está recogida en las efemérides, podría haberla visto acaso alguien en la nervadura de unas páginas de periódico amarillento; tal vez hubo alguien hace ya tiempo que la leyó en un pequeño breve de óbitos. Quién puede hoy leer un “nos hemos equivocado”, y un “pido perdón”, difícilmente. Vivimos en un mundo inapropiado para quien quiere ser alma pura. El relativismo, como han venido denunciando algunas mentes, no tiene culpa del mundo que tenemos, es el modelo, acuñado como los doblones antiguos, el mundo viejo, el que avanza en explicarnos que la modernidad sirve para involucionar al cataclismo tañido siglo a siglo sin que ninguna de las culturas de masas de nuestra historia haya peleado, haya dejado todas las gotas de energía y opulencia en el camino para condicionar positivamente a la vida de los que se mueren cada segundo. Esas culturas han influido con un sesgo negativo, destructor. Entre todos, hermanos y herederos de este plantea, nos detestamos, pero hay niveles y clases. Llevamos decenas de miles de años perdiendo el tiempo, hemos dejado legados de destrucción, de horror, de insidias entre hermanos. El bienestar es una mierda, la contradicción es que vivimos de él y queremos más, mucho más. Cruel. Yo soy así, y tú, y el otro y el de más lejos. La desigualdad, de la del que sufre y del que no. Revertir esos pesos no significa que encontremos una solución a este problema, es más un alivio para el afectado, pero volviendo a este planteamiento moral de las cosas hay que pensar que nuestro recurso es la palabra y la acción: educación y conciencia. El desafío es la interpolación e intercambio cultural de las civilizaciones, siempre desde el respeto y la tolerancia. Los radicalismos permanecen precisamente por la falta de vigor con que se efectúan estos planteamientos. Desde el respeto y la solidaridad de unos con otros pueden sostenerse esas dos variables que resuelven la ecuación: progreso y justicia. Dos argumentos que concuerdan con el hecho moral, De difundir y propagar esta concepción han de encargarse en sinergia los poderes. Y que no equivoquen la etimología de sus deberes, poder no implica someter, al contrario es permitir, administrar sus posibilidades en beneficio de todos. Creo en un mercado libre, libre de presiones y de intereses. También creo en la multiplicidad de posibilidades que otorgan los servicios públicos a disposición de la sociedad. Ahora debatimos sobre la viabilidad de los sistemas de protección a los desempleados, jubilados, enfermos, discapacitados, ahora aprovechando las redes lo que debemos debatir es adónde queremos ir y lo más decisivo: a qué mundo queremos llevar a nuestros hijos, nietos… La discusión debe sustentarse desde esta acera. Los canales de información. Necesitamos plenamente de ellos para hacer partícipe a toda la humanidad, poner a disposición de todos los medios y recoger la diversidad del pensamiento. No creo en el pensamiento único al que nos conducen los poderes, son doctrinas tan totalitarias como cualquier otra, pero con la connotación de tener tejido de democracia, que es el mejor traje que les encaja en ese tropel de dislates, solamente cosido para la dictadura para con los demás. Vemos que hay otros totalitarismos, esos son herederos de lo antromórfico, venideros de siglos atrás, que perduran en lugares en los que son históricamente lo mismo que fuimos. Pero el que vivimos ahora en gran parte del hemisferio norte, el del pensamiento único, es una gran cepa que contiene un virus mortal para el desarrollo. Nos abocan a la crisis y luego nos convencerán de que hay que acabar con el mal para distraer el que ellos nos han traído merced al mal gobierno. Participar en el gigantesco bucle de la red añade nuevas disciplinas. Abrir canales, esa es la clave para combatir, con la palabra y la acción de su semántica, a la hiel apestosa de los poderosos, que pueden y que tratan de imponernos al precio que sea.