viernes, julio 29, 2005

Jotapé ya tiene alguien que le escriba

El director de un diario madrileño (así es como señala hoy el editorial de El Mundo El País), editado por la sociedad Unedisa, recibió ayer un requerimiento judicial para que el citado medio devuelva los documentos que “tenga en su poder del sumario del 11-M”. Esta decisión ha sido tomada después de que ayer jueves el diario de Jotapé difundiera información relevante de una testigo protegida. Las hordas del odio se han puesto manos a la obra para orquestar este movimiento haciendo una interpretación propagandística. Radio odio (una definición cuyo copyleft es de David) ha puesto a plena disposición del aspirante a lo que quiso ser y no fue la opinión del pueblo. Una decisión al más puro estilo imperator, amo del mundo. No creo que esta decisión dañe el derecho a la libertad de expresión. La prensa libre no está en juego, porque el juego es sucio. Menos aún comparto la nota de la Asociación de la Prensa de Madrid que critica la decisión del juez. Y digo bien porque aunque se empeñan en responsabilizar a la fiscal instructora del caso, cuyo jefe jerárquico es el Fiscal General del Estado, no depende de ella el que se acepten sus peticiones, sino al juez, que las considera o no. La libertad de información la define a la perfección el catedrático Marc Carrillo a propósito del caso Plame. Es un texto largo del que salen múltiples referencias a la protección de las fuentes y, por tanto, al secreto profesional. Por supuesto que El Mundo no va a devolver los papeles solicitados por el juez del Olmo porque delataría a sus fuentes y en su derecho está amparándose en el secreto profesional. Pero el secreto profesional no tiene que ver con la ética del periodista y menos aún con la del director, que debe garantizar por el bien de su periódico el servicio que ofrece a sus lectores. Jotapé cree que se trata de otro Watergate. Muy lejos queda este paralelismo. En esta situación nadie dice negar unos papeles sino que éstos son solicitados al periódico. El propio periódico reconoce implícitamente, en un editorial presumiblemente supervisado por los servicios jurídicos, que la fuente ha vulnerado el secreto sumarial al filtrar una información que solo está siendo facilitada a los abogados de los acusados en la instrucción del caso: “...el levantamiento del sumario se realiza para que las partes puedan disponer de la información sobre las actuaciones judiciales, pero que esa información no se puede trasladar al público ni a personas ajenas a la causa”. La ética colisiona aquí muy gravemente con la información hasta rozar con el delito. En un medio de comunicación no vale todo. Esto nos llevaría a la teoría, entre otras muchas, de un afamado y adinerado periodista que tildaba sus programas con la siguiente cita: “El rumor es la antesala de la noticia”. Hete, aquí tenemos a Jotapé, al estilo del rey Boabdil, último rey nazarí que después de haber firmado las Capitulaciones con los Reyes Católicos dirigió por última vez la vista a Granada y lloró por la pérdida de su querida ciudad. Su madre –bien podría ser en este caso Ana Botella- le dijo: "Llora, llora como mujer lo que no supiste defender como un hombre". Este hombre no ha sabido asumir su error porque la prepotencia le corroe. Un tío, director de un periódico, jamás, en la historia del periodismo -digo jamás y español sin temor a equivocarme- osó ser el centro de toda la actualidad. “No dejes que la realidad te estropee una buena noticia”, eso pensaría nuestro hombre cuando le llegó la información.Jotapé es un tipo que hoy ha vuelto a conseguir ser la vedette. Esta mañana me recordaba a la clásica plañidera de hoy en los reality a la que se le caen las lágrimas, se le corre el rimel y se suena la nariz con un pañuelo liso haciendo efecto trompeta hasta saturar el micro de corbata. Este verano tenemos el puzzle de Dani Pedrosa con El País, el croissant al estilo hambre cero de La Razón y el moquete de pavo de nuestro Jotapé. Quién da más.

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