Tejer esperanza

La tricotadora de redes avanza a buen ritmo. Ladran luego cabalgamos, amigos. Los ataques a la web de José Luis Prieto son el mejor exponente de que molesta el pensamiento multiforme. El debate de las formas en que se expone el pensamiento es uno de los más apasionados que podemos encontrar. Sin género de dudas la uniformidad señala a la decadencia rotunda. Conservar es un verbo que pertenece a los que aprietan con puño de hierro a las sociedades. Sé por experiencia propia que no ya prohibir sino restringir, avisando, anunciando o profiriendo mensajes beligerantes conduce al fracaso. Pocos individuos dan lo mejor de ellos en situaciones intervenidas por segundas o terceras personas. Es cierto que los rendimientos a corto y medio plazo pueden ser el antídoto a este razonamiento mas las consecuencias posteriores y ulteriores en la sociedad nos llevan al desastre. Alguien sabe que hubiera pasado si una banda criminal y terrorista como ETA hubiera surgido en otras circunstancias. No lo sabemos, aunque tal vez estaríamos en otro escenario. En el otro ángulo, mucho más abierto, se postulan la pluralidad y libertad de pensamiento. Claro que la ausencia de conceptos nos puede llevar al caos pero es un riesgo que hemos de asumir siempre que existan referencias. Los debates sin bibliografías pueden ser tan desastrosos como los que siempre aportan a los mismos autores. Este creo que es el clavo que remacha la red. Los actores añaden sus fuentes pudiendo colegir con las de otros la veracidad de lo debatido.

Esto marcha. La decisión de abrir ese gran arenero de ideas en que se ha convertido el área de ciberinvitados da frutos, en cantidad y calidad. Esto me recuerda al mebrillero que jalona el porche de la casa Ptz. Los membrillos brotan con la misma fruición que observo el blog de Imane. La publicación en un medio marroquí del trabajo que prospera de blogueros marroquíes en el entorno CiberPunk abre una ventana tan hermosa como aquella otra en la que yace aquella niña de Dalí (Figura mirando por la ventana), que en realidad era Ana María, su primer gran amor y modelo en que se inspiró.