jueves, septiembre 15, 2005

A favor de los malos tratos

El martes fue sobrepasado el umbral de la perplejidad. Un gran maremoto sacudió a los pabellones auditivos. Estaba moviendo el dial de mi radio cuando la aguja se detuvo en la sintonía de radio odio. Hablaban de la repercusión del informe que Save the Children había publicado y que señalaba que un 47,5% de los españoles adultos consideraban imprescindible que en algunas ocasiones haya que recurrir al castigo físico a los niños para “corregir” una mala acción. La voz del orondo animal, César Vidal, medió para sentenciar –un verbo que creo que le fustiga el pensamiento– que a él le parecía muy bien pegar a un niño a tiempo para frenar una mala conducta. Dijo algo así como que un buen azote o cachete a tiempo podría ser algo saludable por el bien del niño. Y añadió en descalificar al Defensor del Menor, cosa nada nueva pues las huestes losantianas ya lo practican con saña desde tiempos in memoriam. Algunos deben echar de menos las tundas que les propinaban cuando eran corcelillos inocentes, sueltos de carnes, impávidos receptores de la medicina del castigo. Y es que aunque no lo hayamos visto, todo está inventado. La guerra preventiva, término (¿inventado?) por los Francis&Florentinos, es tomado de la escuela con que siempre nos han educado en los colegios confesionales. La hostia es el fin, el medio puede ser: la mano (abierto, cerrada...), el anillo incrustado en los nudillos de la mano, la regla, la fusta, el cinturón de cuyo extremo sale la hebilla, el lanzamiento de objetos, el tirón (de orejas, patilla...), el insulto, la ridiculización ante todos... Es el castigo preventivo. De allendes lugares cuando concluyen sus estudios salen hombres, próceres de la sociedad, líderes de lo ajeno que se apropian del mundo. Y el que no es así o es porque no hemos permanecido allí o porque somos ovejas descarriadas a lo Madame Bovary que solo merecen ser víctimas de lo demás. El post de Pablo Pombo, en referencia a la porta-coz (La tarde con Cristina) de los defensores de sus familias, abre los ojos a quienes todavía piensen en la bienintencionada voluntad de los muyahidines mediáticos. Quieren defender unas valores consistentes en utilizar a los niños en portadas de manifestaciones y en darles o decirles mediante el castigo físico o síquico cómo se tienen que comportar. Condenan y censuran en sus medios lo que hacen sus competidores llamándoles basurero y califican de basura a los que eligen como opción otro medio u partido político distinto a lo que venden. Los del odio nos quieren rescatar y llevar a los tiempos oscuros. Y ahora se despachan con cómo hay que educar a un niño. So pena que el fomento de una conducta como valor positivo que ellos dicen que es no fuera perseguido judicialmente. No estoy a favor de las inquisiciones pero tan malo es pegar como defender esa actitud.

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